Las grafías de la danza

El valor que en el campo de la danza la Real Academia de la Danza ocupado es innegable, aunque ha trazado una línea para el comienzo del nombramiento de la danza como un “arte” escénico, como el punto de partida de la profesionalización de la danza, como el surgimiento de “la historia de la danza en occidente”. Sin desconocer su vital importancia, sí se han desconocido en cambio otros comienzos, otros textos, otras maneras de profesionalización que surgieron muy anteriormente, entre otras culturas como los mayas, egipcios y griegos, y en países como India, China y Corea, por solo mencionar algunos; los cuales cultivaron la escritura y profesionalización de la danza; que ocultos por la sombra del Rey Sol, han sido anticipos innombrados o si acaso puestos en escena como “proto”, proyectos, un paso antes, un instante menos de “evolución”, unas danzas bajas. (ver escritura de la danza – parte 1)

Es comprensible que, si se delimita la noción de “arte” o al reconocimiento de la danza como “arte” a partir de la Real Academia de la Danza, las otras danzas sean consideradas como tradicionales, folclóricas, ritualísticas, sociales… que pertenecen más al campo etnológico que al artístico. En este punto, es afortunado recordar a Maya Deren, precursora del cinedanza, quien siendo pupila de Katherine Dunham, viaja con ella a Haití para filmar los rituales y a partir de los rushes, montar su película experimental. Las filmaciones quedaron en las cintas, puesto que nunca llegó a montar su película porque según explica Deren, comprendió que su arte nunca superaría el arte del ritual en Haití, y cualquier intento de modificación, apropiación, incluso desde el cine experimental, sería minimizar a semejantes acontecimientos, a presencias realmente artísticas.

Por lo tanto, en esas esquinas donde es difícil la comprensión, extremos que los discursos históricos se instauran en la repetición dejan “por fuera de”; aparecen las otras historias de las danzas, y los primeros pasos en las escrituras de las danzas.

El recorrido historiográfico a partir de la edad media de la danza en Europa con sus tratados de danza y sistemas de notación, reconocidos en más de 100 maneras, ha sido ampliamente estudiado e identificado (sin que ello signifique descifrado), por diversos autores, como Ann Hutchinson, considerada una referente en la sistematización de las formas de notación de la danza así como las propuestas desarrolladas por Richard Wurman, Manuel Lima, Edward Tufte y Andrew Haslam.

Por su parte, André Lepecki, considera a los sistemas de notación a la vez que sistemas de abstracción y archivo de la danza, para ser revitalizada por un nuevo cuerpo que la interpreta.

Algunos manuales digitalizados: https://archive.org/details/danceman?&sort=-week&page=2

El arte de escribir la danza: https://publicdomainreview.org/collection/choregraphie-1701

Sin embargo, ampliando la definición de escritura de la danza, como trazo, huella, gesto, como ideocoreograma: representación de una idea de la danza.

En cambio danza como signo, para su transmisión, su indicación o perpetuación. Escribirla garantizaría su repetición o al menos la invocación de su acción. A manera de atlas visual, invocando a Aby Warburg, este artículo pretende recorrer los signos y sistemas de notación en danza, que más allá de un análisis iconológico, propende un placer cinético de observar a la danza como imagen sígnica; a la vez que unos recorridos en las escrituras de la danza.

A continuación un breve recorrido visual por las múltiples expresiones de las improntas de las danzas:

https://es.scribd.com/document/515814615/ESCRITURAS-DE-LAS-DANZAS-incisiones-improntas-grafi-as-de-la-danza

Continuará,

Escríbanme sobre qué opinan de proponer las escrituras de las danzas desde sus grafías

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